Crónica de la Guerra del Eco Roto

Este documento fue hallado en una bóveda sellada bajo las ruinas del Archivo de Yontar.
Es un fragmento incompleto de lo que parece ser una recopilación presuntamente apócrifa de eventos durante la llamada Guerra del Eco Roto.
Catalogado como material no autorizado por el Concejo del Segundo Círculo.
Anotación del Escriba del Archivo Escarlata.

“Cuando el equilibrio se impone, nace el eco. Y cuando se silencia el eco, nace la furia.”
— Fragmento prohibido del Manifiesto Zarkai


Ⅰ. El Murmullo Antes del Estallido

Pocos recuerdan el primer rumor.

No fue un estallido. Fue un susurro. Apenas una grieta en la piedra, un temblor bajo la calma de los salones. En las bóvedas del templo de Jian’Tar, donde el tiempo parecía dormido, el eco de una voz olvidada volvió a respirar.

Allí surgieron —como sombras al amanecer— monjes sin estandarte. Exiliados, desertores, nombres borrados de los registros. No alzaron gritos, no proclamaron venganza. Solo un bastón agrietado tocó el suelo… y habló.

“El equilibrio ha sido dictado por quienes temen el cambio.”

Jian’Tar no los acogió. Fueron ellos quienes lo redibujaron. No construyeron un Círculo. No fundaron un Clan. Dieron forma a una grieta.


Ⅱ. Los Caminos Opuestos

El Cuarto Círculo eligió la palabra antes que la guerra.

Se reunieron los altos, los sabios, los que aún creían en los puentes tendidos. Fueron enviados tres. No por casualidad. No por azar. Tres cuyos nombres pesaban más que sus armas: Tay Ria, espíritu quebrado pero leal; Sen Mok, mente de piedra y lengua de bruma; Lian Kor, equilibrio entre la hoja y la plegaria.

Descendieron sin miedo, llevando paz en sus manos y deber en sus ojos. No sabían que tras ellos, por otro sendero, otra figura descendía también.

No tenía rostro. No tenía nombre verdadero. Algunos la llamaban “La Mano”, otros simplemente “El reflejo del Gran Anciano”. Donde caminaba, no nacía sonido. Donde miraba, el éter se contraía.

Los unos marchaban para hablar. El otro, para vigilar. Ambos llegarían al mismo lugar. Por sendas distintas. Por intenciones distintas. Bajo la misma luna.


Ⅲ. El Bastón Agrietado

Los Zarkai no eran uno. Eran muchos, nacidos de fisuras y preguntas, no de órdenes ni dogmas. Había entre ellos quienes habían sido algo… y quienes habían renunciado a todo.

Y en el centro, una figura: Mael Kaor, El Quebrado del Éter. Un Maestro del Quinto Círculo, con voz de presagio y mirada de ruina.

“El bastón no es sagrado. Es un camino. Y puede moldearse para ser sometido.”

Sus palabras eran preguntas envueltas en poesía. Los enviados escucharon. Y aunque no pactaron, tampoco condenaron.

Mientras tanto, La Mano recorría pasillos ocultos, memorizando rutas, evaluando fuerzas, tejiendo un mapa invisible hecho de silencios y cadáveres aún por caer.


Ⅳ. La Primera Llama

La tregua se quebró cuando el Valle de Nashar cambió de manos. Los Zarkai, sin aviso, sin declaración, ocuparon las ruinas. Un acto calculado. Una línea cruzada.

El llamado de los círculos fue claro: La pacificación del norte comenzaba.

Tay Ria, Sen Mok y Lian Kor fueron reubicados. Ya no eran emisarios. Ahora eran armas.

Y en las sombras, La Mano desapareció por completo. Solo se supieron sus pasos por las consecuencias.


Ⅴ. El Puente del Susurro

Allí se cruzaron por primera vez las fuerzas del Cuarto Círculo y la vanguardia Zarkai. Su danza era como un reflejo distorsionado de lo aprendido.

Una postura errante, un giro fuera de eje, una sacudida etérica sin control ni aviso… y el puente retumbó.

Así nació la Postura del Eco Roto. No como doctrina. Como herida.


Ⅵ. Las Ruinas de Drel’Sai

Tres antiguos Maestros sostenían los canales de aliento. Drel’Sai fue el siguiente blanco.

Allí llegó La Mano. Silencioso. Letal. Irrefrenable.

No hubo batalla. Solo un silencio posterior, denso como la sangre derramada.


Ⅶ. El Valle de Nashar

El avance fue costoso. El Valle se convirtió en una danza brutal entre la luz y la sombra.

La Mano borraba comandantes. Cada paso era una afirmación del deber.


Ⅷ. La Avanzada de Jian’Tahk

Tay Ria, Sen Mok, Lian Kor lideraban la marcha final.

Cuando la línea monástica flaqueó, una figura surgió desde los riscos.

Tay Ria y La Mano danzaron como uno. Siete enemigos cayeron. Y el encapuchado desapareció.


Ⅸ. El Colapso

Jian’Tar fue arrasada.

Tay Ria, Sen Mok, Lian Kor enfrentaron a Mael Kaor.

“Rompan el ciclo. O el ciclo romperá el mundo.”

Se selló la Postura del Eco Roto. Se borró todo rastro del Círculo Agrietado.


Ⅹ. Los Zarkai

Los templos niegan su existencia. Pero las piedras susurran lo contrario.

La Postura del Eco Roto era su símbolo: inestable, asimétrica, peligrosa… y para algunos, la única forma honesta de canalizar en un mundo que se parte.

En cada bastón agrietado que aún se levanta… viven los Zarkai.


Anotación Final del Copista

He transcrito estas palabras con manos temblorosas. No por temor —aunque lo siento—, sino por el peso de lo revelado.

Este fragmento no fue olvidado. Fue enterrado por voluntad. Escribí en la noche, rodeado de sombras…

Me pregunté si Tay Ria aún camina bajo otro nombre. Si La Mano sigue cruzando fronteras invisibles. Pero más aún…

¿Repetimos el eco… sin saberlo?

Si este manuscrito vuelve a la luz, que se sepa:

Fue escrito con respeto.
Con duda.
Y con la certeza de que la historia no pertenece a los vencedores… sino a quienes aún la susurran.

Escriba del Archivo Escarlata