De aquello que jamás debe buscarse
“Existen fuerzas que no deben ser tocadas,
no porque estén fuera del hombre,
sino porque yacen en el fondo más oscuro de la existencia.”
— Fragmento perdido del Cántico de las Sombras
Prólogo Oculto
En el vasto tejido de la realidad, el hombre ha aprendido a moldear la magia de muchas formas: por la palabra, por la voluntad, por la invocación, por la meditación, y en especial, por la canalización con instrumentos ancestrales.
En este mundo, las sendas para invocar el poder son múltiples y complejas, cada una respetada y vigilada por aquellos que saben. La magia del bastón es una de tantas, tan única como cualquiera de las demás formas reconocidas, pues cada camino tiene su esencia y sus reglas.
Sin embargo, intentar invocar esa magia sin el bastón —ese acto de soberbia o desesperación— es la puerta hacia una oscuridad que ningún hombre debería traspasar.
Este tomo no revela caminos para ese acto profano, sino que busca advertir y contener el saber, pues es una locura envuelta en un susurro prohibido.
I. La magia maldita y la canalización prohibida
La magia maldita no es parte del hombre ni de la naturaleza elemental ni del éter. No es una fuerza latente dentro de los monjes ni un poder dormido en el mundo visible.
Esta fuerza oscura existe en el fondo mismo de la existencia, un abismo implacable que aguarda silencioso. No altera las leyes naturales que rigen el mundo, pero puede moldear, fracturar y desfigurar la realidad en formas monumentales y desastrosas cuando se le permite actuar sin freno.
El bastón, símbolo sagrado y herramienta ancestral de los monjes, es la única barrera conocida que detiene esta fuerza. No es que el bastón conceda poder; es que detiene, detiene la infiltración de la magia maldita al limitar y filtrar el caudal de energía que el monje puede canalizar.
Al canalizar la magia del bastón, el monje se asegura que sólo la energía elemental y el éter fluyan, puros y controlados, y que la fuerza maldita quede contenida en el abismo, lejos de su ser y del mundo.
Intentar canalizar esta magia sin la protección del bastón no es sólo un acto de locura, es un suicidio espiritual y físico.
II. Una locura insondable
En este mundo existen muchas formas de invocar la magia, muchas sendas respetadas y seguras.
Pero la magia del bastón sin el bastón no es una senda, no es una técnica, no es siquiera un acto viable.
Es un delirio que consume la mente, una fractura en la voluntad donde la conciencia se pierde y la fuerza maldita se convierte en un torrente indomable.
No hay conjuro, no hay pose ni recitación que sirvan para contenerla.
La voluntad del conjurador se disuelve y la magia maldita actúa libre, desfigurando no solo al monje sino el entorno en formas incomprensibles y monstruosas.
III. Efectos colosales y devastadores
Aunque esta magia maldita no altera las leyes físicas del mundo, su influencia puede ser monumental.
Deforma la materia, disuelve la realidad circundante, crea rupturas y anomalías de gran escala.
Se ha dicho que cuando la magia maldita es liberada sin control, el espacio se pliega, el tiempo se distorsiona y las criaturas y objetos se corrompen o desaparecen sin dejar rastro.
Los relatos sobrevivientes hablan de destrucciones en masa, de ecos de destrucción que perduran como cicatrices eternas en la historia.
Estos episodios son prueba viva del porqué el conocimiento de esta magia está sellado y prohibido.
IV. Leyendas y advertencias
Son escasos y fragmentarios los relatos de quienes han intentado este acto prohibido.
Un monje que perdió su bastón y, en un momento de desesperación, intentó canalizar la magia sin protección, desapareció en una explosión de vacío y caos que consumió todo a su alrededor.
Otro se perdió en un limbo donde la realidad se deshizo en una sucesión infinita de fracturas temporales.
Estas leyendas no son enseñanzas ni hazañas; son advertencias talladas en la memoria de los pocos que conocen la verdad.
Los Ancianos sellaron los textos y borraron los testimonios para que esta locura nunca resurja.
V. El bastón como línea final
El bastón no solo canaliza el éter y los elementos, sino que es la barrera última contra el abismo.
Sin el bastón, la magia maldita se infiltra y domina, arrebatando la voluntad y arrasando con la realidad del mundo.
El bastón protege al monje y protege al mundo de esta fuerza oscura.
No es un simple instrumento: es el muro invisible entre la armonía y la ruina.
Epílogo silente
Este tomo se mantiene en las sombras, no para incitar a la curiosidad, sino para sellar el saber.
Para quienes caminan el sendero del poder, la lección es clara: nunca desear ni intentar aquello que no debe tocarse, pues no hay fuerza en el mundo que justifique romper el pacto con el abismo.
“Hay fuerzas que no deben ser invocadas,
no porque estén fuera del alcance del hombre,
sino porque yacen en el fondo oscuro que ningún alma puede contener.”
— Último fragmento del Rito Marchito
Nota del Anciano
Yo, un anciano confinado y apartado de los demás, soy quien ha escrito estas palabras.
He conocido la profundidad de este manejo prohibido, y conociéndolo, comprendo el peso de esta carga.
El mero saber de esta magia maldita es un riesgo en sí mismo, pues puede tentar a los monjes más poderosos y desesperados a intentar lo imposible.
Por eso, mantengo este tomo oculto, no para divulgar el saber, sino para advertir y contener.
Quien lo lea, que entienda que algunas fuerzas nunca deben buscarse, y que el mayor poder reside en la sabiduría para evitar la oscuridad.